Introducción
El ser humano ha desarrollado, a través de los siglos, una abrumadora cantidad de
estilos musicales. Podemos, no obstante, dividir toda la música en dos grandes apartados:
el primero podría contener la música escrita sobre un papel. En el otro grupo, encontramos
la música que no se escribe. Bien, empecemos con la música escrita en un pentagrama.
Música con partitura
La aparición de un sistema de escritura para representar en un papel diversos sonidos con
distinta altura y duración tiene una larga historia aunque aquí no vamos a entrar en detalles.
Sólo diremos que el sistema, una vez estuvo definido, ayudo y mucho al desarrollo y
difusión de la musica, no sólo entre profesionales sino, también, entre los estudiantes y aficionados.
Sabemos que la puesta en práctica de las ideas de Gutemberg significó un gran avance en todo lo
relacionado con la edición y publicación de libros. También, a los pocos años de aparecer las
primeras imprentas, también la música se benefició del invento. Fue a partir de ese momento que,
sobre todo en Europa, empezó un animado comercio e intercambio de composiciones, trabajos y
estudios musicales. Gracias a la música impresa, gracias a la partitura, cualquier persona
versada en el lenguaje musical podía en su propia casa dedicarse al estudio de determinadas
piezas u obras musicales.
La partitura facilitó la creación de grandes obras, las cuales, por el gran número de
intrumentos musicales implicados hubiera sido casi imposible abordar sin un sistema de
referencia que todos pudieran entender.
En definitiva, la partitura se convirtió en uno de los elementos básicos que hicieron posible
la creación de espectaculares proyectos musicales, obras maestras que todos conocemos, además
de ser uno de los modos de transmitirlas a la posteridad.
Apresurémonos a decir que la música escrita tiene sus limitaciones y detractores, aunque este
es otro tema que abordaremos más ampliamente en otro artículo.
Música sin partitura
Ante todo debemos recordar que la música impresa tiene pocos años de vida. ¿Qué son unos pocos
siglos de pentagrama, comparados con los miles y miles de años que el ser humano hace música?
Según parece, el deseo de plasmar en un papel una melodía tuvo su origen en la cultura griega.
Pero, lo cierto es que su sistema sólo podía dar cuenta de las inflexiones o variaciones de
altura pero no había manera de fijar esa altura con precisión. Y no hablemos de las
complicaciones, tremendas complicaciones de representar el ritmo. (En Grecia, la métrica se
sustentaba generalmente en el recitado). Incluso, en la actualidad, la trancripción del ritmo
a través del compás tiene sus detractores tanto en música clásica como moderna.
Lo cierto es que la música no escrita pero transmitida oralmente a través del canto tiene
muchísimos más siglos de existencia que ese papel llamado partitura. Por ejemplo, en la India,
Afganistan, Pakistan y otros muchos pueblos asiáticos con un notable desarrollo musical, la
música se transmite oralmente de maestro a discípulo, incluso actualmente. En ese contexto,
cualquier sistema de escritura musical sólo puede servir para tomar notas esporádicas a modo de
recordatorio, porque la verdadera esencia siempre la transmitirá el maestro a su discípulo.
Música y partitura en la actualidad
En los tiempos en que vivimos está claro que la partitura sigue tan viguente y activa como
antaño. La partitura, junto con la labor de un buen director, hace posible la ejecución de
complicadas obras musicales, tanto clásicas como modernas. La partitura permite al músico
tomar apuntes en cualquier momento y, aunque los sistemas electrónicos de grabación, tanto
analógicos como digitales nos permiten igualmente la recogida de notas musicales, existe una
clara diferencia entre ambos.
Con la partitura podemos tomar notas directamente desde nuestra mente creadora para
transcribirlas en el papel sin necesidad de tocarlas o cantarlas, cosa que no podemos hacer
con los sistemas electrónicos ya que estos aparatos graban sonido y, por lo tanto, en este caso si que
necesitamos el paso intermedio que es cantar o tocar con nuestro instrumento la frase a guardar.
A pesar de las ventajas indiscutibles de la partitura, en algunos tipos de música no es
necesaria su utilización. Incluso, en algunos casos, tales como el jazz o blues, es totalmente
nefasta su presencia, sólo admisible como sistema de recogida de ideas y nada más.
En líneas generales y tal como hemos dicho en repetidas ocasiones, la música de jazz intenta
crear un vínculo auténtico de comunicación entre músico y oyente. Exactamente igual ocurre con
la música clásica en la India y dicho vínculo sólo podrá establecerse si el músico tiene plena
libertad de actuación, una actuación que podrá ir variando (dentro de terminados patrones,
claro está) según sea la influencia o actitud del oyente. En este caso concreto, la partitura
no juega ningún papel.
En definitiva, la partitura es un sistema de recogida de datos musicales imprecindible para
algunos tipos de música, complementario para otros tipos y nada conveniente para algunos estilos,
los cuales, intentan crear un camino de doble sentido entre el músico y el oyente.
Roger Andreu

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